jueves, 21 de octubre de 2010

CUERPOS SOCIALES. Comentario al texto de José Luis Pardo


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Un plástico protector de alta tecnología, una pantalla salvífica, entre lo que se predica, lo que se expone, lo que se exhibe al público y la física y mental plenitud de “mi cuerpo”.  Entendamos este “mi cuerpo” como el del artista ideólogo posmoderno, socialmente comprometido y siempre políticamente correcto. Ubicado en una comodidad, derivada de la sobrestimación del estado del bienestar, el artista, el sujeto “pseudointelectual”, colocado en su altar predica (siempre con las espaldas cubiertas por la subvención) un mensaje, una teoría o incluso una convicción que deriva en un falso modo de vivir y sobre todo de actuar.
Mostrando continuamente las miserias derivadas de la vulnerabilidad del cuerpo humano, nos auto convencemos, o nos auto convencen de la necesidad de proteger algo tan evanescente como la carne, como ese juego, tan rico en morbosidad de mostrar a los más frágiles en todo su esplendor, pensando que fomentamos así su parte más estética. El falso proteccionismo del poder público hacía el  individuo, que deja abandonado el aspecto psíquico respecto del físico, discurre como una maniobra de distracción de las verdaderas intenciones revisionistas respecto de la humanidad: sacrificar al débil, en todos los aspectos para elevar a la gran masa domesticada, que se conforma con la “piel” o algunos trozos de “carne”, pero que jamás visita la esencia: “ el hueso”.
Si la élite intelectual se suma a la política y “desprotege- protegiendo” a los ciudadanos dentro del marco de una fingida seguridad que solo asegura la capa más superficial del individuo,  la pérdida de  las categorías éticas necesarias para sobrevivir en las sociedades posmodernas, hacen  que sea más fácil el manejo de sociedades abocadas a plagas apocalípticas (aunque algunas solo tengan el soporte mediático- virtual), que la de una donde cada individuo sea autor de su propia libertad intelectual, obligación que conlleva disponer de uno mismo de forma integral.
Virtualmente se nos concede todo, o se nos concederá gracias al continuo crecimiento acelerado. La generalización del intercambio permite que cualquier problema- incluso de orden expresivo o performativo- obtenga respuesta técnica ¿Por qué no la supremacía de un cuerpo físicamente exagerado y exultantemente perfecto frente a la normalidad que se deriva de la simple raza humana en general? Moviéndonos en parámetros de globalización, y en medio de una fuerte crisis económica, medioambiental y social, el reverso del cuerpo “ideal”, promocionado por los mass-media, es presentado como un cuerpo en continuo estado de sacrificio.

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